Apenas entras a la heladería y te transportas a una época de prosperidad. Te sientes envuelto en la calidez de su cafetería estilo 60’s 80’s donde meseras con enormes peinados servían sobre las barras hamburguesas con malteadas. Es un rincón que se torna ideal para los enamorados donde pueden pasar horas, en compañía del postre más mágico del mundo, platicando y perdiendo el tiempo entre los minutos con olor a café. El tiempo parece no pasar y es que la alegría que se produce entre pláticas comadrescas, reuniones familiares y encuentros casuales, envuelve y motiva a no dejar el asiento que se nos ha asignado. También es un lugar ideal para reunirse con las amistades entrañables y echar a viajar la mente tiempo atrás y recordar cuando se era más joven, platicar sobre las locuras del amor, aventuras del presente y proyectos del futuro. Muchos elementos de esta heladería me inspiran para transportarme a la Francia romántica, porque de hecho los orígenes de esta tienda están allí. Mientras se está en una acalorada discusión con los amigos y el amor de mi vida, esperamos con ansias la llegada de esa exquisita probada de cielo. Yo recomiendo los sabores nuez y piñón. Y por fin llegan los helados a nuestra mesa, en copas metálicas que conservan su presentacion. Una helada estructura de textura cremosa y con esencias de nuez que a pesar de tener mucho sabor queda suave sin opacar el resto de los elementos. Casi puedo distinguir la deliciosa grasa que se esconde perfectamente en el brillo singular de las copas. El balance entre el azúcar y la nuez es tan espectacular que despiertan los sentidos y nos evocan la felicidad del primer amor. Vallan a Chiandoni, su visita no pasará desapercibida en el lugar donde guardan los lugares favoritos para deleitarse con un postre en el DF.
No hay comentarios:
Publicar un comentario